David G. Quintas

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¿Y ahora qué?

Acabas de terminar la carrera y te planteas qué hacer con tu vida. Hasta ahora las cosas seguían un patrón: el colegio, el instituto, la universidad. Y en cuanto acabas la carrera… ¯\_(ツ)_/¯. El siguiente paso suele ser trabajar, sea para uno mismo, sea para otros. Uno u otro, es campo abierto.

Voy a hacer trampa y a interpretar mi historia —en lo profesional— hacia atrás. Aún a cuenta de todo el sesgo de supervivencia, no deja de ilustrar principios que en gran medida me ayudaron, y siguen ayudándome, a tomar decisiones.

Mi trayectoria profesional comenzó trabajando para otros. Como la fiesta sólo la puedo contar según me ha ido en ella, todos estos briconsejos se enfocan a este caso.

El objetivo es compartir las lecciones de lo que salió bien, mi interpretación a agua pasada de por qué, y lo que creo que podría haber salido mejor. Esta claro: en todo hay un factor de suerte y estas son mis batallitas. Son descriptivas, no prescriptivas. Van de mis experiencias, pero no son recetas. Ahora, si me fuese a meter en una máquina del tiempo e ir para atrás, me las llevaría en una chuleta en la cartera.

Ignora a casi todos, sobre todo a ti mismo.

Como cuento por otra parte, el primer tanto fue una estancia de verano en el CERN. Lo que no se suele ver es cómo se hace la salchicha. ¿Cómo da uno con esto? ¿Cómo acaba sonando la flauta?

Estamos en el 2004, tratando de estudiar para algún examen final. Buscando algo para evitar estudiar a toda costa, fui a dar con un post en el que un tal Héctor García —que ya de aquella era famosete— se había pegado un verano allí. No recuerdo por qué me sonaba ya el CERN, pero sabía que era algo gordo, a lo NASA. El caso es que ahí tenía el ejemplo de alguien que se plantó allí. De mi edad, también informático (en ciernes) y de la misma nacionalidad. De aquí sale la idea.

Lo que no se ve es que faltó el canto de un duro para no enviar la solicitud: ni de chirigota esperaba que me fuese a caer a mi una de las 125 plazas para todos los candidatos de los 20 países asociados al CERN. Ese tal Héctor debía de ser muy listo. ¿Qué pinto yo postulando1 para algo así? No ayudó que el proceso era un buen tostón: una carta de motivación y otras tres de recomendación es lo que recuerdo, pero sus horas pasé con el temita. Durante estas horas le dio tiempo a mi melón a empezar a sembrar(se) dudas del estilo anterior. David, ponte a estudiar y déjate de estas tonterías, que esto no sale. Pues lo dejé. Y me olvidé. La rutina y lo conocido es muy cómodo. Incluso hay refranes que nos arropan cuando tiramos la toalla. Que si mejor malo conocido que bueno por conocer, y tal y cual. En este párrafo no ignoré. Hice caso de dudas y, hablando en plata, del acojone.

Pasan unas semanas. Un buen día me llega un email automático, recordándome que aún tengo la solicitud por finalizar. Quedan tres días para la fecha límite. Lo bueno de cuando sólo te queda un minuto es que sólo te lleva un minuto. En esos tres días conseguí todas las cartas de recomendación necesarias (spammeando a profesores) y qué sé yo las horas que pasé del tirón terminando el dichoso proceso. Hala, fuera, enviado. Ya me puedo olvidar. Pudo más el slogan de la lotería (¿y si tocaaaa?) que los complejos de inferioridad. Claro que seguía sin albergar ninguna esperanza, pero ignoré esas dudas. Los ingleses dirían “fuck it”, y nosotros como mínimo soltaríamos un “a la mierda” de la que le das al botón de enviar.

Queda pendiente aclarar por qué fui seleccionado, y es la misma historia: a la hora de decidir si seguir el guión a la hora de hacer prácticas o trabajos de la carrera —lo que llevaría menos tiempo y esfuerzo pero sería también menos satisfactorio— decidí ir a mi aire, hacer las cosas no de la manera más rápida para sacar el dichoso título o la dichosa nota, sino a mi manera: aprendí a usar Doxygen a fondo, algo que lleva su tiempo y no era necesario para cosas de la carrera. ¡Qué manera de perder el tiempo! era un análisis común de mi decisión. Como de aquella tampoco había mucho que poner en el CV, había que ponerlo todo, así que para el CV fue el mencionar “Doxygen”. El proyecto del CERN que me seleccionó tenía tal cantidad de código C++ que a Doxygen (el cual usaban para documentar su código, nadie les había dicho que era una pérdida de tiempo) se le atragantaba. Así que el patrón de búsqueda que pusieron para seleccionar candidatos fue… “doxygen”. Salió un chaval de Asturias que gracias a haber ido a su santa bola e ignorado la vox populi acabó echando a andar la bola de nieve.

Ejemplos de este tipo abundan. Años después en Google todo el mundo coincidía en que cambiar de equipo (algo bastante fácil de hacer internamente) era un suicidio para conseguir ascender. Soy culo de mal asiento y cambié de equipo dos veces en dos años. También fue ascendido dos veces, más rápido que otra gente que se quedó, a disgusto, donde estaba porque todo-el-mundo-dice-que.

En tres palabras: A. Tu. Rollo.

Métete en líos.

Experimenta con cosas y haz que sean visibles. Hoy en día esto está muy a huevo. Github, YouTube, un podcast, incluso las encarnaciones del maligno que son Twitter, FB y otras redes antisociales —que sus usos buenos tienen, no todo iba a ser malo—. Habiendo entrevistado a gente en Google, el CV se aprende a ignorar: el título, las notas, la universidad… al principio impresiona, hasta que una y otra vez compruebas la minúscula relación que hay entre alguien que sabe hacer la O con un canuto y alguien con mucho farolillo en el CV. Pero si se puede ver tu código de antemano, eso ayuda. Hay muchos casos de ofertas de trabajo hechas a raíz únicamente de un repositorio de GitHub.

Vete de voluntario/a a conferencias. No sólo te permitirá entrar gratis, también te da acceso al backstage:

Con Vint Cerf en Ginebra, 2009 Ese señor es Vinton Cerf, uno de los padres de Internet, coautor del protocolo TCP/IP.

Acostúmbrate a que el pago, de momento, sea “en risas”. No hablo de trabajar de gratis en un puesto de trabajo “tradicional”, con su horario por el que otra gente sí cobra. Esos casos son de denunciar. Me refiero aquí a oportunidades puntuales como ayudar en la organización de un evento, dar una charla, etc. Oportunidades en las que el valor intangible supera al incluso posible gasto que nos supone asistir u organizar. Entre estos valores intangibles el mayor de largo está en las conexiones y relaciones que se establecen. A eso vamos ahora…

Que se acuerden de ti.

Ser bueno/a en lo que se hace es fundamental, pero si sólo te conocen en tu casa, va a ser mucho más difícil salir de ahí. Si las cosas se hacen bien, este punto no requiere más que ser capaz de demostrar las habilidades, ser afable y aplicar con alegría los puntos anteriores: métete en líos en los que puedas darte a conocer, e ignora tu posible timidez a la hora de hablar de tus logros, por pequeños que te parezcan.

Establece una buena red de contactos. Se la persona en la que la gente piense cuando necesite a alguien. Esto se consigue cultivando fama merecida, justificable y demostrable. Acerca de la suerte hay mucha frase muy trillada, pero gran parte de la ecuación se reduce a ser la combinación de preparación más oportunidad. Sobre la preparación uno tiene el control absoluto. Y de maneras de incrementar la probabilidad de buenas oportunidades llevamos tiempo hablando. La suerte de que toque la lotería existe, pero poco se puede hacer al respecto, no es esa de la que estamos hablando.

Ejemplos: Otro chaval agraciado con la estancia de verano del CERN en 2005 se fue tras ese verano al Lawrence Berkeley National Lab. Aunque yo me quedé en el CERN hasta el 2010, fue una llamada suya la que me animó a darme una vuelta por California. Y una vez en California, fue otra persona conocida también en el CERN la que dio mi referencia a Google, resultando en la llamada que —siguiendo la filosofía de probar y meterme en líos— me animó a probar Google.

De notas, títulos y su utilidad.

Las buenas notas son un reflejo de lo bien que se te da sacar buenas notas. Fuera del mundo académico tienen usos puntuales y concretos: como elementos burocráticos que son, son necesarias para obtener visados de trabajo en el extranjero, por ejemplo. Los (buenos) puestos de trabajo las tendrá en cuenta cuando no tengan otra señal. Encárgate de darles más señales (métete en líos, que se hable bien de ti, se capaz de demostrar en todo momento lo que sabes).

¿Cómo he enfocado el problema en la entrevista? ¿Qué dice de mí la gente que ha trabajado conmigo en el pasado? ¿Te aporto valor en el día a día? En un trabajo —o incluso en tu propia compañía—la naturaleza y tipos problemas que surgen son mucho más variopintos que para lo que cualquier formación académica puede preparar (porque, además, la Universidad está para enseñar a aprender, no para enseñar todo lo que se puede saber). Los expedientes académicos contienen información, pero de aplicación limitada. No son requisito necesario, y ni muchísimo menos suficiente.

Dicho lo cual, quien es bueno/a en general también debería de ser capaz de sacar buenas notas (la inversa no es necesariamente cierta).

En resumen

Hay que estar por ahí, metiéndose en líos, sorteando inseguridades, complejos y gran parte de las opiniones (incluso muchas veces las bienintencionadas). Centrándonos en pasarlo bomba ejercitando los conocimientos que hemos tenido la suerte de poder elegir.

Notas

  1. En castellano el verbo es “postular”, no “aplicar”. Batalla perdida, pero aquí hasta el final.